20061227

Sobre el regreso a Mina con cuento inédito

Sea este el último post del año, mañana parto a Mina, pues se me informó que un endriago causa males y asola a mis conciudadanos. Dicho sea de paso, me servirá como ejercicio y estiraré mis rodillas rechinantes. Como beneficio adicional, pasaré año nuevo con mi familia, que hace mucho tiempo no se da un buen banquete con carne de endriago.

Sin embargo los dejo, desconsiderados lectores, en compañía de un cuento de reciente manufactura que tiene la cualidad adicional de ser inédito, cuyo nombre es "Que escriba o no es accesorio" y lo hice el 23 de mayo de este moribundo año, según lo revelan mis anotaciones al margen. Espero que, si no lo disfrutan, cuando menos tengan la paciencia y el temple para leerlo todo.


Que escriba o no es accesorio



Que escriba o no es accesorio, me dijo. Al principio pensé que bromeaba, así que sonreí como en complicidad, después de todo yo tampoco me acuerdo la última vez que escribí, no recuerdo si fue una carta, un cuento, una queja a la gerencia del supermercado, nada. Después, al notar su gesto de incomodidad, pensé que la broma estaba llegando lejos, y yo con mi sonrisota, ya dudando. Entonces dijo, El escritor no tiene que escribir, basta con que sea escritor, o con que piense en escribir, aunque no lo haga, basta con que se llame a sí mismo escritor. Lo dijo con la cara más adusta del mundo, supe entonces que era en serio.

Y esa sonrisa agridulce que no me esperaba y que siempre me agarra desprevenido; no sólo era en serio, realmente le afectaba. Traté de usar palabras reconfortantes, pero nunca he sido bueno en eso, mis cuentos –cuando escribía– eran más bien violentos, “llenos de la miseria humana, crudos hasta los huesos” como dijo un crítico, uno de los únicos escribió sobre mí.

Lo invité a un té, Prefiero café, contestó, café será. Me imaginé que bien valía la pena gastar un poco de dinero por una tarde de charla, además del intercambio de ideas y el despliegue de teorías. Me interesaba cómo un escritor puede serlo sin escribir.

Bueno, no sin escribir en absoluto, realmente no se puede, como no se puede ser papá sin tener hijos. Pero no debes olvidar que yo ya he escrito, lo que digo es que quien ha escrito aunque ya no lo haga sigue siendo escritor, me dijo.

Claro, eso es obvio, Twain ya no escribe –tal vez por la condición irremediable de estar muerto– y sigue siendo considerado escritor, rebatí. Pero Twain fue muy famoso en su época, aunque hubiera dejado de escribir –cuando estaba vivo, chistosito– se le hubiera seguido considerando escritor, me espetó.

Y qué me dices de Kafka, argumenté, Desconozco si Kafka se consideraba escritor a sí mismo, pero ciertamente lo fue por las generaciones posteriores, y además, Kafka y Twain sí escribían, Lee los Diarios, Qué, Lee los Diarios de Kafka para saber si se consideraba escritor o no, ¿Y tú no me puedes decir?, No, léelos, Ese no es el caso.

Ahí tienes a Rulfo, me dijo, quien sin escribir después del Llano y de Pedro Páramo siguió siendo considerado escritor, Sí, pero Rulfo es el escritor. Rulfo alcanzó el éxito en vida, contesté. ¿Y qué diferencia hay entre Rulfo y yo? preguntó, Ja ja ja ja, ¿realmente quieres que conteste esa pregunta?, No, es retórica, respondió. A lo que voy es que un escritor de nula fama puede dejar de escribir y seguir siendo considerado escritor, Sí, solté, pero cómo puede alguien dejar de escribir y seguir siendo escritor, si desde un principio no ha sido considerado como tal, y callé enseguida, pensé que lo había ofendido, a pesar de ser verdad, pero no, Lo que pasa es que confías demasiado en la crítica, regresó el estoque.

¿Y qué tiene de malo? A fin de cuentas la crítica es la que hizo la historia literaria, y hay muchos escritores que también son críticos, me defendí. La diferencia fundamental es que no faltan escritores que también se puedan llamar críticos, pero no hay críticos que también se puedan llamar escritores. Fácil salida son los juegos de palabras que suenan inteligentes, cuando en realidad sólo son un intercambio de términos, dije, a pesar de sentir que tenía razón. No lo tomes personal, dijo, y la plática volvió a su curso.

En resumen me dijo que iba a dejar de escribir, o al menos a dejar de tratar, que viniera el cuento si quería, iba a dejar la ventana abierta, pero si dejaba de considerarse escritor, el cuento por ende no llegaría, buscaría otra ventana abierta y beneficiaría sin duda a un escritor más afortunado, aunque menos digno. Lo que de mí quería era que lo siguiera considerando escritor, había tratado por más de dos meses llevar una vida escritor, pero sentía que algo le faltaba, y apenas tres días antes había caído en la cuenta de que lo que le faltaba era reconocimiento externo, que alguien más pensara que es escritor, si no el potencial cuento olería sus intenciones desde lejos y ni se acercaría.

A ver a ver, ¿cómo está eso de llevar vida de escritor? ¿a qué te refieres? interrogué, Pues a la bohemia, a la melancolía, al sentido oculto de las cosas, ¿O sea, que si no soy bohemio, triste o místico no soy escritor? rebatí, No puedes tipificar al escritor por un modelo romántico –y digo romántico en toda la extensión de la palabra–, decimonónico, anquilosado, generalizado, y totalmente un lugar común, tú, que tanto huyes del lugar común, ¡te has vuelto uno!

Mira, no me refería a eso, se defendió flemáticamente, tu sabes a lo que me refiero, he ido –como espectador y como participante– a conferencias, mesas redondas, presentaciones de libros y hasta recitales, Pero eso tampoco hace al escritor, interrumpí, Digo, he realizado las cosas que hacía cuando escribía, prosiguió, le dije Aun así, si has conducido tu vida social por “normas” sobre las cosas que un escritor debería hacer has hecho mal, ¿cómo conciliar, por ejemplo, la vida que llevó Hemingway y la que llevó Kafka? ¿Cómo pensar entonces que uno, audaz y temerario y otro, cobarde y enfermizo, son escritores? Entonces me conminó a no ser tan duro con Kafka ni con él. Cierto, concedí, Kafka no era cobarde, ni Hemingway valiente si pensamos en el fin de ambos.

Además ¿qué es eso de los cuentos voladores que entran por las ventana?, Es sólo una figura, respondió ya hostil, Que ni siquiera es original, suena a canción de los Beatles, ¿y si escribes de esto?, le dije en tono conciliatorio, escribe sobre esto de ser escritor sin escribir, No, me respondió, ya no sería escritor sin escribir, porque estaría escribiendo, ¿no? No respondí. Escribe tú, escríbelo como ensayo, o como cuento, u obra de teatro, o poema, no me importa. Y yo callado, ciertamente no me interesaba recoger historias ajenas, él podría comentar más tarde, “ese cuento se lo sugerí yo” ni quería que notara mi verdadero interés, mal disimulado.

¿Sabes? Creo que más que una vida social de escritor he llevado una vida interna, todo lo narro, relaciono personajes entre sí, busco hilos narrativos en todas las cosas, proyecto mis preocupaciones en los rostros de otras personas, todo el tiempo escribo en mi mente, observo y caracterizo el comportamiento de la gente en la calle, en el camión, y hasta hago apartes como en el teatro.¿Y no te pones calcetines en la mano e improvisas diálogos? bromeé. Entonces me aburrí, miré fijamente al señor Calcetín, y me lo quité de la mano discretamente, esperando que nadie haya notado en la oscuridad del café que platicaba con mi mano.

20061204

Donde el autor habla poco pero sacacorcho


El poema que sigue (sacacorcho), lo escribí en la oficina, en dos tiempos. Lo empecé a escribir el 2 de agosto de este año, primero hice una analogía entre la pareja y la patria, y se llamaba, ¡oh sorpresa!, Patria. Por fortuna recapacité y lo dejé pendiente. En una posterior lectura me pareció un poco malo y lo volví a dejar pendiente. A mediados de octubre cambié algunas cosas y le di otra orientación. Permaneció algo de la idea de la amada como casa, pero creo que logré quitar lo malo. Tal vez no es un poema muy bueno, tal vez pudo quedar mejor, pero me gusta pensar que no es demasiado malo, que es propositivo y que la forma evoluciona junto con el fondo. Lo que más me gusta imaginar, es que el final es hasta bueno.






sacacorcho



Erijo mi pan sustento,
mi sal y vino, mi casa,
mi habitación soleada
con cortinas de colores,
mi cama con cuatro postes,
en el hueco de tus manos.

En el hueco de tu pecho
las marchas serán constantes
y los desfiles diarios,
habrán de repartirse
despensas a cada rato,
para mi solo consumo.

Para mí solo, tus piernas,
tu mesa, mantel y platos
los pies de tus dedos flacos,
los dedos de tus uñas, diez,
la mugre que no se ve
bajo las uñas pintadas.

Bajo las uñas, violento
desligándote en el suelo,
muerdo raudo el rojo entero,
y te trabajo a destajo.
Trabazón de tus cabellos,
tirabuzón, corcholatas
sacacorchos, abrelatas,
descorchador, sacatapas.

20061123

Donde el autor expone sobre la antipoesía, la metáfora cotidiana, Nicanor Parra, el antimonio y el mole de su abuela, según un trabajo final

Ya hay algunos de mis poemas posteados, cuentos pondré cuando mi PC haya recuperado el uso de sus facultades. Ahora comparto un ensayo literario, un artículo de crítica, un trabajo final y una consideración sobre poesía; todo en uno. Se llama 'Alcaparra' y lo hice para la asignatura de Poesía Hispanoamericana del Siglo XX que impartía el Maestro José Luis Martínez Suárez. Fue entregado el 12 de julio de 2004. Lo incluyo porque a pesar de ser un trabajo 'académico' me divertí mucho haciéndolo, Agrego hasta la dedicatoria. Ahora que lo pienso hubiera sido mejor que lo nombrara 'Antiparra' o 'Antiparras'.

Alcaparra

Dedico este trabajo
a la paciencia de mis maestros,
al mérito de mis padres,
a la ayuda de mis amigos,
a las barreras de mis detractores,
al cuerpo de mis amantes,
al café de mis desvelos,
al mole de mi abuela,
al chocolate de mis gulas,
a las palomitas del cine,
a las páginas de mis libros,
a Pessoa & Cía.,
a Lakoff & Johnson,
a Lennon & McCartney,
a Tin Tán & Marcelo,
al bueno, al malo y al feo,
al género próximo
y a la diferencia específica.


Ser pendejo no mata, confunde.
Luis Chávez Fócil


Si bien es cierto que los frijoles producen gases, no menos cierto es que la metáfora no es exclusiva de la poesía. Metáforas hallamos en todos partes. En recetas de cocinas, en dichos y refranes, en la publicidad, en pasillos fríos de hospitales, en las crónicas deportivas, en los pregones, en los paréntesis mentolados, en el café temprano, en los corpiños de tierna manufactura, en las calles de Lisboa, en los rincones oscuros, en los brillantes intersticios, en los objetos pareados, en las sábanas limpias, en las malas intenciones, en los “pubis de rubio tabaco”, en los nombres del calendario, en el vientre inhóspito, en el rechinar nocturno de dientes, en el vodka de botellas azules, en el “acento inseguro de relojes”, en algunos programas televisivos, en las cortinas medio abiertas, en la luna de espejo que enmarca a una luna aún más grande, en el reporte climatológico, en el tiempo, en la nada, e incluso en las juntas de academia. Ah, y en unas piernas largas.

Del mismo modo, al no ser exclusiva, también podemos no hallarla en la poesía. Salta la liebre que nadie esperaba, o dicho con otras palabras ¿es el lenguaje poético elemento indispensable de la poesía? Y ya que estamos en la pregunta, se me ocurre otra: ¿Si un poema usa lenguaje coloquial, lo eleva (o lo degrada) al nivel del lenguaje poético? ¿Sí? ¿No? Marque con una cruz la respuesta correcta.

Ahora, me levanto de mi “escritorio”, voy a cenar, no me tardo.

Regreso con un café en la mano y con nuevos bríos.
Bueno, a lo que voy es a Nicanor Parra. Nacido en la hermana república de Chile, excelente exportadora de vinos y poetas, recuérdese a Huidobro, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Álvaro Henríquez, el Casillero del Diablo, el Concha y Toro, el Santa Helena, el León de Tarapacá y otros tantos vinos, (y poetas).

Nicanor Parra, quien recibió el premio Juan Rulfo de literatura iberoamericana en 1991, autor de más de una veintena de títulos de poesía y antipoesía. Ahora explica qué es la antipoesía, Dice la voz en mi mente, pero ya el lector sabe lo que es, De todos modos explica, sólo para dar apoyo teórico, Para llenar espacio, dirás, También le da carácter a tu ensayo, Bueno, a ver si sale, Si no sale, le tocamos.


¿Qué es la antipoesía?
Dices mientras anticlavas
En mi antipupila tu antipupila azul,
¿Y tú me lo antipreguntas?
Antipoesía eres antitú.


Antes de mencionar al poeta francés Henri Pichette (de quien sólo conozco el nombre) del S. XIX y su A-poèmes, y antes de dar todos los postulados teóricos y propuestas estéticas que sustentan a la Antipoesía, diré con toda simpleza, naturalidad y desfachatez que anti- viene del griego ´αvτίος ´αvτία, que es un prefijo y que indica opuesto o con propiedades contrarias. Si a esas vamos, yo me declaro antipriísta de hueso colorado, anticatólico (no antirreligioso) antibetabel y antibacterial.

Superado el difícil trance de la definiciones, se nos presenta, bueno, sólo hay uno aquí, así que se me presenta el más complicado trance, el análisis. Mientras tanto me lamento de no poder hacer un antianálisis. Mientras tanto me surge una duda, el antimonio, de símbolo Sb, cuyo número atómico es el 51 y peso atómico es 121.75 ¿A qué monio se opone si en la tabla periódica de los elementos químicos no aparece tal?

Aún con la duda, pasamos al siguiente punto, en el que trataré de resumir a Lakoff y Johnson en escasas líneas.

La metáfora es un recurso no exclusivo de la imaginación poética, por el contrario, impregna a la vida cotidiana, incluso trasciende a las palabras, la metáfora es un modo de aprehender el mundo, nuestro sistema conceptual es en gran medida metafórico. Hay tres tipos de estructuras metafóricas conceptuales, a saber: la orientacionales, tienen que ver con la orientación espacial, las ontológicas, que categorizan un fenómeno, las estructurales, en las que una actividad o una experiencia se estructura en términos de otra.

Pasado este bache teórico, a lo que te truje, Chencha. Por su parte, Nicanor Parra postula que la Antipoesía es la recuperación del habla empírica (la experiencia es también importante para Lakoff y Johnson) y que la poesía debe nutrirse de la vida cotidiana, que es, más o menos lo contrario a lo que enuncian Lakoff y Johnson, no en cuanto a los postulados teóricos, sino en términos de procedimiento. Lakoff importa la metáfora a la vida cotidiana, y Parra importa la vida cotidiana a la poesía. Un ejemplo ilustrador:


LO QUE YO NECESITO URGENTEMENTE
es una María Kodama
que se haga cargo de la biblioteca
(…)
es decir, una rubia despampanante
que no le tenga asco a la arrugas
en lo posible de primera mano
cero kilómetro para ser + preciso
(…)
¡se resolvieron todos los problemas!
el ataúd se ve color de rosa
hasta los dolores de guata
provocados x los académicos de Estocolmo
desaparecen como x encanto.

Frases como “rubia despampanante”, “mulata de fuego” (que aparece en el antipoema, aunque no la incluí en la cita) son usadas una y otra vez en el habla coloquial. “De primera mano” y “cero kilómetro” se refieren obviamente a lo nuevo, (sería más fácil hallarlas en relación a un auto) y son también frases hechas.

Ver las cosas “color de rosa” es otra referencia al habla popular. Ya ni se diga de “como x encanto”. La guata es la panza en chileno.

Para aceptar el premio arriba mencionado (acabo de usar una metáfora orientacional) en vez de un cansado discurso, Parra escribió un poemario, Mai mai peñi, que es un saludo mapuche, algo así como “hola hermano”. En él leemos:


ESPERABA ESTE PREMIO?
no
los premios son como las Dulcineas del Toboso
mientras + pensamos en ellas
+lejanas
+sordas
+enigmáticas

los premios son para los espíritus libres
y para los amigos del jurado

chanfle
no contaban con mi astucia

Si bien en los primeros versos podemos detectar ciertos rastros de la más descarada poesía, al final con la interjección favorita de Chespirito y el grito de batalla de Chapulín Colorado cierra el poema lo más popular posible.
También (of course) le ha dado por lo social:

SE RUEGA NO FUMARX
estamos x aterrizar
en
el
aeropuerto
de
Santiago de Chile
passengers are kindly requested to keep their mouth shut
thank you.

El tono imita a las instrucciones que dan las azafatas, las palabras en picada simulan el aterrizaje, la penúltima línea, en inglés, alude a la ausencia de libertad de expresión.

En este tono, en inglés, como dando instrucciones, cual si fuese la voz de un gobierno represivo tenemos:

WARNINGS
In case of fire
do not use elevators
use stairways
unless otherwise instructed

No smoking
No littering
No shitting
No radio playing
unless othewise instructed
(…)
Onward Christian Soldiers
Workers of the World unite
we have nothing to loose but our life
Glory be to the Father
& the to Son
& to the Holy Ghost
unless otherwise instructed

By the way
we also hold these truths to be self evident
that all man are created equal
that they have been endowed by their creator
with certain inalienable rights
that among these are Life
Liberty
& the pursuit of Happiness

& last but not least
that 2 + 2 makes 4
unless otherwise instructed

La primer estrofa es tomada tal cual de carteles preventivos antiincendios, al igual que otras frases, cita también la constitución de los EE.UU. y usa frases hechas en inglés, como “last but no least”, pero la inclusión del estribillo da otro sentido al antipoema, causando una fuerte crítica al sistema de gobierno americano que crea enajenación.

La poesía (léase antipoesía) de Parra es de lo material, de lo real, lo concreto, de palabras usadas comúnmente, en “ADVERTENCIA AL LECTOR” escribió:

Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arcoiris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor,
La palabra torcuato.
Sillas y mesas sí que figuran a granel,
¡Ataúdes! ¡útiles de escritorio!

Así se deja de lado lo conceptual, caracterizado por el arco iris, el dolor, etc. Pero lo material, lo real, si tiene cabida en Parra. Otro elemento valioso recogido por Parra del habla oral, es el aspecto fónico:

Mira viejo dehgraciao
bigoteh e cucaracha
anteh de morir teníh
quechame tu güena cacha.

Esta estrofa es del poema “EL POETA Y LA MUERTE”, la muerte borracha acude a casa del poeta para llevárselo, y él le da excusas. La muerte es caracterizada hablando siempre así.

Ahora, tratando de sacudirme el tono académico usado durante el análisis, empezamos con las conclusiones, para terminar con el trabajo.
Parra me gusta mucho. Parra es muy bueno. Me gusta la antipoesía.
Me gusta Orlando Guillén. Guillén es un antipoeta de Acayucan.
Todavía tengo hambre. Qué difícil es hablar de la poesía.
Pero más difícil hablar de la antipoesía.
Se hace lo que se puede. Pero a veces se puede muy poco.
Sólo espero obtener una buena calificación.
Las cursivas indican otra voz, o sea que mi ensayo es polifónico.
Ya acabé.


Noticia Bibliográfica:

Todas las citas de poemas son tomadas del libro Poemas para combatir la calvicie, antología poética de Nicanor Parra, compilada, prologada y anotada por Julio Ortega, publicada por el Fondo de Cultura Económica, impresa en Chile en 1995.

El prólogo de la edición de Cátedra de Poemas y antipoemas sirvió también proporcionando información sobre Nicanor Parra.

Lakoff y Johnson fueron resumidos de mis notas tomadas en clase y de las fotocopias proporcionadas en clase. La fotocopias proceden del libro Metáforas de la vida cotidiana, o en inglés Metaphors we live by.

Ensayo sobre la Lucidez (el nuevo de Saramago) por Alfaguara también fue utilizado durante el desarrollo de este ensayo, para pasar el tiempo, no para su elaboración.

Por su atención, gracias.

El armando

20061114

De cómo el autor no es agradable a los ojos de Zeus ni a los de directores generales de periódicos, con poema al final

Desde el viernes 27 de octubre me hallo incomunicado, bueno, a medias. Dicho viernes trágico la súbita suspensión de energía eléctrica por tormenta eléctrica averió mi computadora personal. Parece que Zeus no me es favorable ni le caigo bien ni nada, no les sorprenda si un día un rayo hace blanco en mi atareada cabeza. Digo incomunicado a medias pues aún cuento con computadora e internet en el trabajo. Actualmente estoy leyendo La mano de la buena fortuna, del escritor serbio Goran Petrovic, pero no he escrito nada al respecto pues la adversidad me desmoralizó.
A esto sumaré que el día de ayer, lunes 13 de noviembre, salió en Acrópolis un poema mío, sin mi nombre, por segunda vez. Lo helénico no se me da, primero me agrede Zeus y luego Acrópolis me desdeña. El primer poema en salir sin mi crédito fue “Efeméride”, aquí posteado; ahora le tocó a “Compañía”, que incluyo a continuación por los mismos motivos que puse “Efeméride”, ¡Tate, tate, folloncicos! “Compañía” es mío mío, aunque nadie quiera tomarlo. He decido dejar de colaborar, al menos por ahora, con el susodicho periódico. “Compañía” lo escribí ‘de un tirón’, como se dice, y no hallé la fecha por ningún lado, nuevamente.


Compañía

Aquí estoy, yaciente,
esperando jubiloso
el día de tu llegada,
las cortinas descorridas
los cerrojos vencidos
las luces prendidas
no hay resistencia
mas que la densidad
propia del viento,
la inercia común
de un día soleado
en esta parte del mundo
ya sea domingo o no.
Las piedras pulidas
esperan tu pisada
las ramas se extienden
para darte sombra
para alcanzarte
por ver si son brazos
con tu toque,
y las piedras manos
que sostengan tus pasos.
Ya he dispuesto la cocina
un menú soberano
y vino más aún
sin velas consabidas
sino con 100 watts
iluminando tu rostro
para adivinar cada
nuevo relieve,
luz rebotando en tu cabello.
Tengo mi agenda llena
de días para verte,
las manos repletas
de dedos para tocarte,
y la boca; ya sabrás
cuando aquí vengas
y abras la puerta
y me veas sentado
la mesa puesta
la luz prendida
el vino en la mano
y los dedos prestos
caricias congeladas
para revivirlas
cuando llegues
y te abra la puerta
y la luz puesta
y la mesa prendida
los dedos llenos
de vino y caricias
y los platos vacíos
si no te apuras
y la puerta prendida
y la mesa abierta
y la luz puesta
a descansar
pues es noche
y ya tengo otra
compañía.

20061020

Donde se explican las razones que llevaron al autor a decir que la literatura es la luz del mundo


Esta vez no fueron mis lecturas lo que me llevó a una reflexión, sino la ausencia de ellas. Ayer al regresar del trabajo me topé con la novedad de que no había luz, no por falta de pago sino porque un aguzado conductor derribó un poste al echarse de reversa, su sutileza al manejar dejó varias cuadras sin servicio eléctrico. El susodicho derribo ocurrió después de las 16:00 h según la versión de mi abuela. Hoy en la mañana todavía no había energía.

Así que les platico esto desde la oficina, aclaro que no dejé de hacer nada por ponerme a escribir, mis deberes están al día y me encuentro en un rato libre. -¿Y qué tiene que ver con la literatura?- te preguntarás, avezado lector, allá voy.

Pues que todas las noches procuro leer antes de dormirme. Aun ayer lo intenté, pero la luz danzante de las velas sobre las letras casi me marea. Eso me hizo pensar en los siglos y siglos anteriores al uso de la electricidad. Pensé en los amanuenses, en monasterios, bibliotecas, en escritores, en los simples lectores... pero eso no es de lo que quiero escribir.

La noche es mi hora favorita de lectura, junto con las luminosas mañanas de fin de semana. Confieso que me he vuelto a otros placeres fáciles: la contemplación de la televisión (¡déjame en paz maldita!, ¡déjame vivir!), el tecleo frenético en la computadora :-) ;-) :-( . Mi acuerdo con los libros tal vez se deba en parte al sentimiento de culpa, no he dejado de leer, pero leo un poco menos que antes, a mi favor diré que leo todo en día en el trabajo, además de pasar un buen rato mirando la pantalla de la PC; al llegar a mi casa si leo en seguida me arden un poco los ojos y a veces siento como si hubiera hecho bizcos más de lo aconsejable, por no mencionar el dolor de cabeza.

Como sea, anoche pensé en esto y más, pensé en cómo la literatura precisa de la luz, como el mundo de la primera. Recordé los periodos en que he vivido solo y cómo disfrutaba leer. Leía, por ejemplo, bajo el sol hasta que aguantara, leía en la azotea, leía de cabeza, entre almohadas, con música, en silencio, en voz alta. Una vez leí desde que amaneció hasta entrada la madrugada, con breves pausas insoslayables...

Desde el último post han quedado atrás Dos Cartas de Mrozek y Congreso de Literatura de César Aira, estoy en la mitad de El viento ligero en Parma, de Enrique Vila-Matas, el que no pude leer anoche. A Vila-Matas le ocurren coincidencias asombrosas en su relación con la literatura, cierto es que dichas coincidencias pueden no ser tal, pueden ser artificio o incluso simple asociación de ideas, misma que se vería potenciada por la enorme cantidad de libros y autores que ha leído el escritor, pero prefiero pensar es el azar u otra fuerza que propicia estas relaciones, es que verán, a mí me pasa lo mismo, aunque sólo cuando leo a Vila-Matas.

Por ejemplo el otro día me compré Lejos de Veracruz, de él, Fantasmas y Las curas milagrosas del doctor Aira, del argentino César Aira, entre otros (los otros son Lontananza de David Toscana y una antología breve de Francisco Tario). El protagonista de Lejos de Veracruz recibe un premio en México a nombre de su hermano muerto y aprovecha para pasar unos días con Sergio Pitol. Sergio (en el plano real, fuera del libro) acababa de ser premiado con el Cervantes, días después en un café, una amiga me informó que vendrían Tabucchi, Vila-Matas, Villoro y Glantz a Xalapa, para estar en un homenaje a Sergio, a quien nos encontramos esa noche en el café.

Tabucchi no pudo venir porque se lo prohibió su médico, pero los demás se quedaron unos días más para la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), que este año estuvo dedicada a Sergio. Pensé que era una buena ocasión para comprar Bartleby y compañía, que hacía rato tenía ganas de leer (Bartleby es una mezcla de géneros, “un tapiz que se dispara en muchas direcciones”, en palabras de su autor: "Marcelo, un oficinista, consigue la baja temporal en el trabajo para poder escribir entre el 8 de de julio y el 11 de agosto -el tiempo en que se desarrolla la anécdota- un diario que es, al mismo tiempo, un cuaderno de notas a pie de página que comentan un texto invisible, un cuaderno del que Marcelo espera que demuestre con creces su amplia solvencia como rastreador de bartlebys. Bartleby es el nombre que el narrador roba al célebre personaje de Melville para 'bautizar a esos seres en los que habita una profunda negación del mundo'". La invención del personaje es novelesca, pero presenta los datos de manera documental y ensayística, mi generación se llama Preferiría no hacerlo, porque somos un montón de bartlebys, a juicio de varios de nuestros maestros

Así se lo hice saber a Vila-Matas y en la dedicatoria del libro puso: “Para Armando Preciado, que preferiría no hacerlo, con un abrazo de...”. Un poco antes de la FILU había comprado La educación del estoico del barón de Teive (un heterónimo de Pessoa) y La vida difícil de Slawomir Mrozek (otra vez). Durante la FILU Villoro presentó su nuevo libro Funerales preventivos: Fábulas y retratos, con textos suyos e ilustraciones de Rogelio Naranjo, el monero, y habló de Mrozek.

Al leer Bartleby hallé varios autores de los que había leído algo hacía poco, entre ellos el barón de Teive y su Educación del estoico, que empecé a leer tan pronto pasé del punto final de Bartleby. Ahora, como ya dije, estoy leyendo El viento ligero en Parma, que es una colección de ensayitos, conferencias, reflexiones y en general textos sueltos de Vila-Matas. En una conferencia “Mastroianni-sur-Mer”, habla de Sostiene Pereira de Tabucchi y la versión cinematográfica, hace poco corregí una novela en la que la mayor parte de la acción transcurre en el Portugal de Sostiene Pereira, aunque la temática no tiene nada que ver.

Hace unos días fui maestro de ceremonias en la presentación de un texto producto de la oficina en que trabajo, el maestro de siempre tuvo un inconveniente y yo no lo tuve. Hoy en la mañana en el camión me desquité de lo que no pude leer anoche con un texto de dos páginas y media: “Sobre la angustia de hablar en público”... Hace un momento en la conferencia “Un tapiz que se dispara en muchas direcciones” leí sobre una sugerencia que le hizo Aira a Vila-Matas, para hacer un libro que debería tratar sobre los que quisieron ser bartlebys y terminaron escribiendo mucho, cuya fórmula sería “había preferido no hacerlo”.

Yo debí poner un punto final a este post varias líneas atrás, pero no he sabido cómo y se ha hecho innecesariamente largo y me he distraído de lo que sería una docta disertación sobre cómo la literatura ha sido luz para los pasos de la humanidad, ensimismada en su propia noche, en su oscuridad, en su miopía de camioneta en reversa, pero ya será en otra ocasión.

20061017

Donde se habla de creación y otros temas de solaz y recreo

Parte de mi intención al abrir este blog era (sigue siendo) poner algunas cosas de creación literaria. Esto en función de disponibilidad y de tiempo. Es decir, cuando no pueda escribir algo especialmente para el blog, subiré poemas o cuentos ya publicados para no dejarlo abandonado, siempre y cuando los haya. Del mismo modo, algunas entradas se publicarán en Acrópolis, un suplemento en el que colaboro. Por ahí también hay una invitación a Tráfagos, cuando sea un hecho, retomaré el tema apropiadamente. Este poema, 'Efeméride', se publicó en Acrópolis el 9 de octubre, lo escribí, al parecer, un día en que la fecha no importaba, hace aproximadamente cuatro años:

Efeméride

Celebro hoy una fecha secreta,
el descubrimiento de tus piernas,
la conquista de tus pezones almidonados,
de tu ombligo almibarado,
el día que mi voz sin rumbo
llegó al puerto de tus deseos,
y desembarcó en tu vientre inhóspito.

Llegó por fin el día celosamente
marcado en mi calendario,
el día que hallé la medida
de tu cuerpo entre mis brazos,
y la exacta consistencia
de mis labios en tu torso,
la suavidad perdida
de mis manos en tu cintura,
y la fuerza de mis dedos
hilada en tus cabellos de despertar.

El día que aprendí a respirar por dos
y caminar con cuatro piernas,
hablar con dos voces,
pero soñar por uno,
acariciarme detrás de tus orejas,
rascarme el dedo meñique
de tu mano izquierda,
y sentir tus escalofríos en mi espalda.

El día que mi saliva surcó tus parcelas,
y que el otoño de mis hojas
se detuvo a medio vuelo,
y volvieron la aves de mi voz,
que de mí una vez huyeron,
y murieron los carneros negros de mi soledad.


Un día de canela y azúcar,
de neblinas reincidentes,
de pasiones verdes e ideas azules,
de mundos ambiguos,
de libros con alas por hojas,
un día de cuervos redondos,
de recuerdos tridimensionales
y de espejos sin fondo.

Aniversario oculto de tus dedos,
de tus párpados,
de tu vértebra sacra,
y de tu santo sexo,
de tu diabólica nariz,
tus elípticos suspiros,
de las circunvoluciones de tus sueños,
de tu nuez de Eva,
de los temblores de tus manos,
de tus amígdalas,
de tu irresponsabilidad,
y tus prolongados desvelos,
de tus pasos de ballet
y tus roces incidentales.

Hoy celebro tus días de guardar
y los de salir, tus días tristes
de lluvias torrenciales,
tus días de sonrisas enharinadas,
tus días difíciles,
tus días de exámenes y de fiesta,
tus días deprimidos
apostados en el sillón,
de dolores en tu cama.
Hoy como los demás días te celebro a ti.

20061006

De cómo la voluntad no es suficiente la mayoría de las ocasiones


Actualmente estoy leyendo Dos cartas, una recopilación de varios relatos del escritor polaco Sławomir Mrożek, entre otros libros. En el cuento "Moniza Clavier" el narrador dice que no habla inglés, pero cuando es imperativo comunicarse, hace un esfuerzo.
Entonces relata una anécdota sobre otro esfuerzo que hizo, tan grande como se lo permitieron sus fuerzas, y se soltó cantando O Sole mio con una voz inopinada, profunda, espléndida, vibrante -según palabras del traductor-, a pesar de no saber cantar. Continúa... una vez realizado el esfuerzo habla un inglés fluido, a más de elegante. Pero el cuento no se centra en esto ni se narran otras proezas de la voluntad del narrador, los eventos se siguen desarrollando y el esfuerzo pasa inadvertido y no merece siquiera otra mención. Y bueno, con esto me acordé de mi infancia, no de toda, sólo de aquellos momentos en los que pensaba que si me concentraba lo suficiente podía lograr algo fuera de lo normal, el dominio de la mente sobre la materia. Veía fijamente un vaso de agua, por decir algo, y lo empujaba con las fuerzas del pensamiento; sólo que el vaso no se daba por enterado, ni un temblor. O trataba de hacer flotar una piedra: nada.
Antes que se inventaran los celulares, cuando mi mamá salía sin mí y se me antojaba algo, pensaba 'muy fuerte' en eso, a ver si lo pensado podía de alguna forma llegar hasta mi madre e iluminarla "le voy a llevar un chocolate a mi hijo". También pretendía adivinar la carta de arriba de un mazo, no recuerdo si alguna vez acerté. En cambio desarrollé un juego con mi hermana en que ella sostenía una carta sin que yo viera cuál era, y mediante preguntas (¿es roja? ¿es de corazones? ¿es un ocho?) deducía poco a poco la carta. El color era lo fácil, rojo o negro; del palo sólo había cuatro opciones; lo más difícil era el número o figura.
Ya un poco más grande y con influencias televisivas otros eran mis anhelos: el dominio de la mente sobre el cuerpo. Intentaba, obviamente sin éxito, levantarme algunos centímetros del suelo, ya no volar ni saltar muy alto, flotar unos pocos milímetros hubiera sido suficiente. Aquí resistiré la digresión que me tienta, no hablaré de David Blaine, no.
También trataba de juntar energía en mis dedos, canalizándola del resto del cuerpo y emitir algún rayo, ya no mortífero o destructor; para leer de noche hubiera más que útil. Todavía más grande (aún lo hago a veces) probaba quitarme el dolor de cabeza con las manos, no como imposición de las mismas, sino que agarraba el dolor, imaginariamente, y lo arrancaba de mí, incluso llegué a hacer el ademán de tirarlo al bote de basura. Esto ha sido lo único que he conquistado a fuerza de voluntad, aunque concedo que pudo ser mera sugestión o tal vez el dolor se pasaba solo después de un rato.
Como sea, casi nunca basta desear algo intensamente para obtenerlo, yo por ejemplo, este fin de semana voy a revisar en casa un texto (para quien no me conozca: soy corrector de estilo) para entrega urgente el lunes. Jamás había tenido que hacerlo, y espero no verme en la misma situación. En mi casa me resulta difícil concentrarme, tengo tantos pendientes y tanto en qué distraerme, que es raro verme más de veinte minutos seguidos leyendo y anotando. Baste un botón: ahora mismo me dedico a escribir, mientras el documento abierto espera y espera. Deseo adelantar, terminarlo lo más pronto posible para dedicarme a lo mío y hacer lo que tenía planeado para sábado y domingo. En vez de eso terminaré este post y regresaré a las fotocopias.
El título reza 'la mayoría de las ocasiones', es que no quise sonar pesimista y poner un terminante 'nunca'. A riesgo de sonar cursi: todavía tenemos los sueños. Yo he soñado lo que me propongo, no siempre, pero lo he hecho, y sí, requiere un gran esfuerzo. Pero la literatura es mejor.

20061005

Donde se tratan las discretas razones que el donoso caballero Armandís de Mina halló para hacer un blog



Heme aquí finalmente, después de dudarlo (¿de qué voy a escribir? ¿quién me va a leer?) y desearlo por varios meses ya.

El bautizo con champaña te lo debo, desocupado lector.
En cambio te ofrezco, que al cabo no cuesta, la promesa de frescas entradas tan seguido como me sea posible y tan buenas según el alcance de mi cálamo, la temática dependerá de lo que esté leyendo y, ultimadamente, de lo que se me antoje y ocurra.

Pasa pues con confianza a lo barrido.

Fecha en Xalapa, a cinco días del mes de octubre de dos mil seis.


YO, EL OTRO

¡Tate, tate, folloncicos!