Parte de mi intención al abrir este blog era (sigue siendo) poner algunas cosas de creación literaria. Esto en función de disponibilidad y de tiempo. Es decir, cuando no pueda escribir algo especialmente para el blog, subiré poemas o cuentos ya publicados para no dejarlo abandonado, siempre y cuando los haya. Del mismo modo, algunas entradas se publicarán en Acrópolis, un suplemento en el que colaboro. Por ahí también hay una invitación a Tráfagos, cuando sea un hecho, retomaré el tema apropiadamente. Este poema, 'Efeméride', se publicó en Acrópolis el 9 de octubre, lo escribí, al parecer, un día en que la fecha no importaba, hace aproximadamente cuatro años:
Efeméride
Celebro hoy una fecha secreta,
el descubrimiento de tus piernas,
la conquista de tus pezones almidonados,
de tu ombligo almibarado,
el día que mi voz sin rumbo
llegó al puerto de tus deseos,
y desembarcó en tu vientre inhóspito.
Llegó por fin el día celosamente
marcado en mi calendario,
el día que hallé la medida
de tu cuerpo entre mis brazos,
y la exacta consistencia
de mis labios en tu torso,
la suavidad perdida
de mis manos en tu cintura,
y la fuerza de mis dedos
hilada en tus cabellos de despertar.
El día que aprendí a respirar por dos
y caminar con cuatro piernas,
hablar con dos voces,
pero soñar por uno,
acariciarme detrás de tus orejas,
rascarme el dedo meñique
de tu mano izquierda,
y sentir tus escalofríos en mi espalda.
El día que mi saliva surcó tus parcelas,
y que el otoño de mis hojas
se detuvo a medio vuelo,
y volvieron la aves de mi voz,
que de mí una vez huyeron,
y murieron los carneros negros de mi soledad.
Un día de canela y azúcar,
de neblinas reincidentes,
de pasiones verdes e ideas azules,
de mundos ambiguos,
de libros con alas por hojas,
un día de cuervos redondos,
de recuerdos tridimensionales
y de espejos sin fondo.
Aniversario oculto de tus dedos,
de tus párpados,
de tu vértebra sacra,
y de tu santo sexo,
de tu diabólica nariz,
tus elípticos suspiros,
de las circunvoluciones de tus sueños,
de tu nuez de Eva,
de los temblores de tus manos,
de tus amígdalas,
de tu irresponsabilidad,
y tus prolongados desvelos,
de tus pasos de ballet
y tus roces incidentales.
Hoy celebro tus días de guardar
y los de salir, tus días tristes
de lluvias torrenciales,
tus días de sonrisas enharinadas,
tus días difíciles,
tus días de exámenes y de fiesta,
tus días deprimidos
apostados en el sillón,
de dolores en tu cama.
1 comentario:
Este poema fue inspirado por el principio del capítulo IX de Farabeuf, de Salvador Elizondo, por cierto. No lo recordaba, pero hace poco lo releí y me pareció adecuado aclararlo, aunque a destiempo. Sirva, además, para calmar la soledad de este post que no mereció comentario.
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