20061114

De cómo el autor no es agradable a los ojos de Zeus ni a los de directores generales de periódicos, con poema al final

Desde el viernes 27 de octubre me hallo incomunicado, bueno, a medias. Dicho viernes trágico la súbita suspensión de energía eléctrica por tormenta eléctrica averió mi computadora personal. Parece que Zeus no me es favorable ni le caigo bien ni nada, no les sorprenda si un día un rayo hace blanco en mi atareada cabeza. Digo incomunicado a medias pues aún cuento con computadora e internet en el trabajo. Actualmente estoy leyendo La mano de la buena fortuna, del escritor serbio Goran Petrovic, pero no he escrito nada al respecto pues la adversidad me desmoralizó.
A esto sumaré que el día de ayer, lunes 13 de noviembre, salió en Acrópolis un poema mío, sin mi nombre, por segunda vez. Lo helénico no se me da, primero me agrede Zeus y luego Acrópolis me desdeña. El primer poema en salir sin mi crédito fue “Efeméride”, aquí posteado; ahora le tocó a “Compañía”, que incluyo a continuación por los mismos motivos que puse “Efeméride”, ¡Tate, tate, folloncicos! “Compañía” es mío mío, aunque nadie quiera tomarlo. He decido dejar de colaborar, al menos por ahora, con el susodicho periódico. “Compañía” lo escribí ‘de un tirón’, como se dice, y no hallé la fecha por ningún lado, nuevamente.


Compañía

Aquí estoy, yaciente,
esperando jubiloso
el día de tu llegada,
las cortinas descorridas
los cerrojos vencidos
las luces prendidas
no hay resistencia
mas que la densidad
propia del viento,
la inercia común
de un día soleado
en esta parte del mundo
ya sea domingo o no.
Las piedras pulidas
esperan tu pisada
las ramas se extienden
para darte sombra
para alcanzarte
por ver si son brazos
con tu toque,
y las piedras manos
que sostengan tus pasos.
Ya he dispuesto la cocina
un menú soberano
y vino más aún
sin velas consabidas
sino con 100 watts
iluminando tu rostro
para adivinar cada
nuevo relieve,
luz rebotando en tu cabello.
Tengo mi agenda llena
de días para verte,
las manos repletas
de dedos para tocarte,
y la boca; ya sabrás
cuando aquí vengas
y abras la puerta
y me veas sentado
la mesa puesta
la luz prendida
el vino en la mano
y los dedos prestos
caricias congeladas
para revivirlas
cuando llegues
y te abra la puerta
y la luz puesta
y la mesa prendida
los dedos llenos
de vino y caricias
y los platos vacíos
si no te apuras
y la puerta prendida
y la mesa abierta
y la luz puesta
a descansar
pues es noche
y ya tengo otra
compañía.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

pa mí que lo de la compu y el suplemento se debe a algún sabio encantador que realiza malas industrias en contra de vuestra hidalga y prudente figura.

no se preocupe por el helénico desprecio, ya lo decía winckelmann: "los griegos no supieron una mierda".

Anónimo dijo...

Enhorabuena mi buen Armandís de Mina, procuro leer tu columna sino del diario, periódicamente. Espero arregles pronto el desperfecto de tu Pc para que reanudes comunicación desde tu base de operaciones. Un abrazo muy fuerte desde Mina.
Atte.
James Howlett.

Anónimo dijo...

éjele, aguas con los griegos, que como digo yo (ja): Son la mamada!!!

oye, por cierto don armandis, que no se supone que ese más no lleva acento???

"no hay resistencia
más que la densidad
propia del viento,"

"y vino más aún
sin velas consabidas"


o acaso es albur???

cu cu

Armandís de Mina dijo...

El yerro ha sido corregido en el primer caso, don Daños, gracias por la observación. El segundo no:

"Ya he dispuesto la cocina
un menú soberano
y vino más aún"

Equivale a decir "Y vino más soberano que el menú", según yo.

Anónimo dijo...

;)